jueves, septiembre 20, 2007

La mujer del reloj rosa

Había perdido la consciencia, veía y escuchaba pero yo…estaba lejos de allí.
Esa fotografía frente a mí, hizo que viajara sin darme cuenta a toda velocidad por mis recuerdos; ordenándolos, actualizándolos, asimilándolos, dándoles una forma hasta entonces desconocida…

La imagen correspondía a una mujer vestida de manera extraña, su cara con una mueca casi irreconocible, pero que aún así, aún después de tanto tiempo revolvía y convulsionaba mi subconsciente, haciendo que me perdiera en él por unos segundos.

Y no era para menos. Esta mujer fue una persona de energía inusitada, con una naturalidad y apariencia que todavía arrancaba alguna arritmia a mi viejo corazón. Una historia que estaba fuera de todo guión, yo con maletín en mano y gabardina no podía permitirme vivir tan alocadamente.
¿Y si tan solo lo hubiera intentado?....
¡Ya no tiene sentido pensar en asuntos pueriles! Ya no…

Su imagen era la expresión de su pura esencia.
Una muchacha que solo con su silencio ya era más interesante que cualquier maestro de la palabra, una muchacha que encerraba en sí un potencial que…en aquel lejano febrero tuvo que estallar.

Siempre decidida pero consciente de las puertas que no podía cruzar.

Sabía que aquel era un momento decisivo y tenía la impresión de que detrás de ella se iban cerrando puertas y que se estaba fijando de manera irrevocable el sendero de su vida.*

Y como la creatividad acecha en caminos convulsos, aquel febrero se olvidó, aquella muchacha fue olvidada y mi destino fue el olvido.
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* Extracto obtenido del libro “Los pilares de la Tierra” de Kent Follet [Frase]